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Jugar, de cierta manera, es creerse Dios. En los juegos, los límites, las reglas, el tiempo y el espacio son parte de un todo que sólo se responde a sí mismo, pero que crece y se interpreta dependiendo de quien juegue.

Jugar es también un acto de celebración. Se acerca al culto, a la fiesta, a la esfera de lo sagrado. Sólo los dioses juegan de verdad, porque crean, destruyen o construyen. Los hombres también juegan, pero siempre juegan a lo mismo, a ser dioses. No importa el juego, lo importante es la certeza de la regla. Jugar es sagrado, místico y ontológico. Definitivamente tan sagrado y antiguo como crear con sentido estético.

“Juegos y Certezas”, es un proyecto pictórico que analiza y experimenta el acto de jugar. Desde el juego busca la certeza, el paradigma, la respuesta, la norma estética, la verdad creativa. Sin duda este proyecto es un juego de hombres, imperfecto, circular y necio. Pero es el único juego que conocemos, al único que tenemos acceso, el único que nos acerca a los dioses. La certeza, la verdad, es sólo la excusa para transitar el camino de la creación.